Los futuros modos de vida urbana ante la transición socioecológica: el caso de París
La construcción de futuros de las ciudades rara vez se interesa en explorar las transformaciones de los modos de vida de las personas y los hogares. Normalmente los estudios de prospectiva urbana se ubican en el ámbito de la planeación estratégica y se interesan a un grupo concreto de temas como el desarrollo económico, el crecimiento urbano, el transporte, la demografía, las TIC, etc. Recientemente se ha dado una particular atención a los escenarios de cambio climático para las ciudades. Estos estudios siguen muy a menudo la misma estructura: un apartado de proyecciones climáticas, seguido por escenarios de riesgo y vulnerabilidad, y finalmente una serie de recomendaciones para la mitigación y adaptación. Si bien dentro de las recomendaciones se evocan regularmente el cambio de comportamiento de las personas, los hogares y las empresas, es poco común encontrar escenarios futuros de los cambios en sus modos de vida.
Un caso ejemplar de este tipo de futuro es el de estudio realizado para la ciudad de Paris. El documento intitulado Paris change d´ere, vers la neutralité carbone 2050 es un ejercicio elaborado por y solicitado por la Alcaldía de París y que tiene como objetivo explorar el futuro de la París en el marco de los escenarios de cambio climático. Si bien el estudio presenta una serie de escenarios tendenciales sobre el cambio climático, la contribución del estudio es claramente exploratorio y sugerente en cuanto a los posibles modos de vida de los habitantes de esta metrópolis. Destaca la perspectiva integral de los escenarios y planes de acción propuestos que abordan desde asuntos de energía, transporte, alimentación, desecho, etc. El estudio sigue una estratégica cercana al análisis morfológico a partir de dos grandes dimensiones de interés: los valores que son más o menos afines a una sociedad descarbonizada, y las prácticas más o menos coherentes con bajas emisiones de carbono.
El resultado de este análisis es una tipología de nueve modos de vida que se resumen en: a) los pragmáticos que son las personas y hogares que siguen las tendencias y se adaptan a los cambios, b) los sensibles, que corresponde a los hogares que buscan estar en coherencia entre sus acciones y sus valores ecológicos, c) los militantes que se trata de personas comprometidas con sus valores y se consideran actores del cambio, d) los refugiados que trata principalmente de jóvenes migrantes con bajo impacto ambiental por bajo nivel de consumo y no tanto por convicción, e) Los modestos, se asemejan a los refugiados en el sentido que son hogares con emisiones bajas de carbón por falta de recursos y menos por adhesión, f) los hostiles que constituyen la parte de la población que tiene fuertes emisiones de carbón y que no sus valores no se adhieren al cambio y rechazan los argumentos racionales del cambio climático, g) los “avestruces” son los hogares y personas acomodadas, altamente emisores de carbono y que se resisten al cambio de sus modo de vida, h) los privilegiados son personas altamente emisoras de carbono debido a sus nivel de consumo pero que su capital intelectual les permite adherir sus valores a la transición, i) los limitados son las personas y hogares que a pesar de adherirse a los valores de la transición cuentan con poco control de estilo de vida (transporte, alimentación, etc.).
Tipología
Los pragmáticos pueden provenir de todas las clases sociales y todos los grupos de edad. Encarnan la parte más vulnerable de la población parisina. No se sienten preocupados por los problemas climáticos a priori, pero no les son hostiles. Creen que no les corresponde emprender un cambio si el sistema del que forman parte no participa en él. Son portadores de valores materialistas y hedonistas.
Las personas sensibles pueden provenir de todas las clases sociales y todos los grupos de edad. Participan en la difusión de nuevas prácticas y la construcción de nuevos estándares sociales. Llevan valores centrados en la persona y el cuerpo: alimentación, bienestar, salud, espiritualidad. Tienen prácticas individuales y discretas que se materializan en acciones colectivas individualizadas. Se distinguen de los activistas en términos de valores y compromiso.
Los activistas pueden provenir de todas las clases sociales y todos los grupos de edad. Son «innovadores» o «primeros en adoptar» nuevas prácticas y la construcción de nuevos estándares sociales. Experimentan con prácticas o estilos de vida alternativos (decrecimiento, sobriedad, voluntario, etc.). Pueden desempeñar un papel de líderazgo intelectual para reclutar a otras personas. Para los activistas, la acción ciudadana, expresada en un marco cívico, asociativo o voluntario, es un medio de expresión, una herramienta para «hacer su parte».
Los refugiados son en su mayoría hombres jóvenes, a veces con un alto nivel educativo. Tienen la intención de cambiar la «familia» a lo largo de su trayectoria. Practicas sobrias y modestas por necesidad (limitaciones económicas) pero aspiran a consumir. El consumo y la propiedad siguen siendo marcadores de distinción social y ascenso. Los cambios en las restricciones económicas de los refugiados pueden provocar un efecto rebote. Se distinguen de los modestos por su trayectoria migratoria y sus orígenes.
Los modestos pueden pertenecer a todos los grupos de edad. Experimentan el sentimiento de degradación que afecta a las clases populares y medias que no han podido acceder a la propiedad. Perciben que la vida es cada vez más dura (educación de los niños, transporte, precariedad laboral). Los modestos tienen prácticas sobrias por necesidad, pero aspiran a consumir. El consumo y la propiedad siguen siendo marcadores de distinción social y ascenso. Un cambio en las tensiones puede ser la causa de un efecto rebote.
Los hostiles pueden ser de todas las edades. Expresan un sentimiento de agresión (cuestionando una forma de vida y valores) y ansiedad. Estos puntos de referencia son los fundadores de su identidad y deben protegerse de quienes quieran cuestionarlos. Para responder a este sentimiento, practican una forma de resistencia pasiva que toma la forma de retraimiento. Esta resistencia puede ser más exacerbada: cuestionamiento de los problemas climáticos y la legitimidad del Estado y las comunidades para intervenir en el campo de la vida privada lo que conduce a una forma de resistencia más activa. Esta hostilidad en principio no significa que todo comportamiento sea negativo desde el punto de vista climático. La fuente del cambio se encuentra entonces en otros repertorios (social, identitario, etc.)
Los avestruces pueden ser de todas las edades. Perteccen a clases acomodades y tienen prácticas altamente emisoras de carbono y no se adhieren a los valores que conlleva la transición ecológica y que cuestionan su sentido de control, su mundo y su forma de vida. Practican una forma de resistencia pasiva, rechazo o negación. Pero los avestruces son oportunistas y saben adaptarse si sus intereses se ven amenazados.
Los privilegiados tienen importantes medios económicos. Se adhieren intelectualmente a los valores de la transición ecológica, pero la ausencia de restricciones financieras los lleva a prácticas de consumo y son en el origen de una brecha significativa entre valores y prácticas reales. Para reducir esta disonancia cognitiva, buscan compensar en otros puestos o participar en un proceso de compensación voluntaria.
En situación de restringidos son personas y hogares que pueden pertenecer a todos los grupos de edad. Tienen ingresos modestos y están muy expuestos a los accidentes de la vida. No tienen un control total sobre su existencia. Se adhieren a los valores de la transición ecológica, pero claramente están desfasados en cuanto a prácticas (coche viejo, vivienda no aislada, etc.). Están sujetos a importantes limitaciones económicas que guían su forma de vida. Este desajuste crea una forma de disonancia cognitiva.
Deja una respuesta